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I. Á.
OVIEDO.
Jueves, 30 de noviembre 2017, 01:16
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El reloj se acercaba a las doce del mediodía cuando Diego Fabbrini cruzó la puerta del edificio en el que están los vestuarios en El Requexón y se puso su chubasquero. Tras completar su rutina en el gimnasio, el mediapunta italiano pisó el césped del campo número uno para iniciar la carrera continua de acuerdo a las directrices de Nacho Gonzalo. El readaptador del club azul ya había situado una serie de herramientas para guiar la primera sesión del toscano en tierras asturianas tras ser intervenido quirúrgicamente de la rotura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda el pasado 25 de agosto.
Con la presencia de los aficionados asiduos a presenciar el trabajo diario en torno al terreno de juego, atraídos por comprobar el estado del único refuerzo de esta temporada que todavía no ha tenido minutos en competición oficial, el transalpino comenzó a ejercitarse tras recibir el saludo de Mossa. El atacante cedido por el Birmingham, que ya había iniciado el proceso de recuperación en su país natal, compartió terreno de juego con Edu Cortina, al margen del grupo por su dolencia en el hombro, y con Diegui Johannesson, que arrastra molestias desde el duelo del pasado sábado en el Carlos Tartiere.
También tuvo tiempo para manejar el balón y divertirse con él para mitigar la espera de su vuelta a los terrenos de juego. Un regreso que sigue su cuenta atrás, ya a escasos metros de sus compañeros de equipo.
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