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R. J. GARCÍA
OVIEDO.
Martes, 7 de noviembre 2017, 01:46
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Decía el argentino Alfio, 'Coco' Basile que él colocaba bien a los jugadores en el campo, pero que «el problema es que cuando empieza el partido, los jugadores se mueven». Por eso las posiciones de partida de los equipos dependen mucho de los jugadores y una prueba de ello fue lo sucedido el pasado domingo en el Carlos Tartiere, cuando el equipo ovetense, con los mismo jugadores en el campo tuvo tres formas de jugar diferente y con resultados distintos.
Aunque de inicio la alineación oviedista apuntaba a una defensa con tres centrales, la realidad es que salió con dos, ya que Forlín se incrustó en el centro del campo. El gol inicial del Lugo dio paso a que el técnico pasara a jugar con tres centrales, retrasando al argentino para acompañar a Carlos Hernández y Christian Fernández.
Esa disposición en el campo se traducía en una defensa de cinco jugadores, que apenas tenían proyección en ataque.
El cambio más significativo de la forma del equipo fue tras el paso por el vestuario. Entonces, los hasta entonces laterales, Diegui Johannesson y Mossa, pasaron a ser carrileros y sus incursiones en el campo del Lugo fueron cada vez más frecuentes y peligrosas. A partir de ese momento, los azules fueron probablemente el mejor equipo de la temporada y un Lugo, que hasta entonces se había comportado como el líder que era, pasó a estar a merced de los de Anquela y acabó perdiendo el partido.
La nueva disposición tras el descanso permitió a Aarón y Saúl tener ayuda y podían meterse hacia el centro. De acciones en las que participaron los jugadores de banda llegaron los tres goles de los ovetenses, que a la postre les dieron el triunfo.
Desde su llegada al banquillo ovetense, Anquela intentó formar con un sistema en el que una de las piezas claves era el mediapunta. Sin embargo, la lesión de Fabbrini primero y otras después le impidieron ponerlo en práctica con éxito. Eso unido a los problemas defensivos del equipo, están en la raíz del cambio de dibujo que el técnico ensayó el pasado domingo, tras haberlo trabajado durante la semana.
La duda ahora es si el nuevo sistema ha llegado para quedarse o fue una solución para el encuentro ante el Lugo. El desenlace del encuentro hace que la opción de que el técnico mantenga el dibujo.
Los próximos retos del entrenador son dos y muy claros, tratar de ajustar el juego defensivo y mejorar la fluidez del juego con balón. En ambos casos se trata de una mejora coral que no solo afecta a la zaga en el caso de la contención, ya que el técnico fue uno de los aspectos que recalcó el domingo.
También la salida de balón es una tarea pendiente, ya que el propio entrenador reconoció que la falta de confianza les está afectando en esa faceta del juego.
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